De niña hay muchas cosas que no acabas de entender ni de valorar, pero a día de hoy reconozco que crecer y pasar la infancia en el pueblo fue una ventaja competitiva.
Es curioso como cuando nos criamos en él queremos volar (y nunca mejor dicho, porque siempre quise ser azafata de vuelo) y cuando pasan los años lo recordamos y volvemos a él como refugio de paz, de salud y de descanso.
Pero la vida es muy juguetona y a veces te lleva a donde, en principio, no quieres ir. Mi cabeza sobrevolaba las nubes en un avión pero el destino me puso los pies sobre la tierra (y nunca mejor dicho, porque sufrir la pérdida de un ser querido joven te quita muchas tonterías….). Así que, la vida me puso en un camino y yo intenté hacerlo lo mejor posible.
Eso me llevó a estar un poco más de 20 años al servicio de la gente, a acompañarles en su dolor, a ponérselo más fácil, a intentar buscar la forma, a desarrollarme como persona… Y la verdad es que es un camino que empieza y nunca se acaba, así que ¡en ello estamos! En compartir todos esos conocimientos, lecciones y estrategias que a mi y parte de mis pacientes nos ayudaron.