mousse de chía

Mousse de cacao y brownie «crudo»

Lo que se conoce como postre, plato de sabor dulce o agridulce que se toma al final de la comida, es un plato innecesario y en prácticamente todos los  casos, no recomendado.

En el caso de la fruta, consumida como postre en muchas ocasiones, ésta se digiere en el intestino, pero cuando se toma al final de la comida se estanca en el estómago junto con la digestión del resto de alimentos. Esto facilita el proceso de fermentación de la fruta en el estómago, y dificulta y perjudica la digestión del resto de alimentos ingeridos.

La manzana es la única fruta que, puntualmente, se podría mezclar con otros alimentos.

En general cualquier tipo de postre (pasteles, bizcochos, tartas,…), incluso los “permitidos”, no son aconsejables de forma habitual, ya que pueden trastornar el proceso digestivo y dificultar la digestión de la comida.

De tomar algo dulce, es mejor comerlo solo, fuera de las comidas, acompañado de una infusión si se desea.

En los últimos años el consumo de alimentos dulces a aumentado de forma exagerada, aún en alimentos que uno no considera como no dulce y además muy saludables; pan bimbo con jamón envasado, se esconden aditivos alimenticios de alto contenido en azúcar. Todo esto tiene grandes repercusiones en nuestra salud general.

Vamos hacer una breve explicación de como influye en nuestro cuerpo el azúcar blanco y edulcorantes;

El azúcar blanco;

Cuando hablamos de azúcar refinado (el azúcar blanco), éste es un alimento falto de vitalidad y nutrientes, no recomendable en una dieta, sobre todo cuando hablamos de dieta saludable. Lo mismo sucede con los edulcorantes artificiales.

Debido al proceso de refinamiento que sufre el azúcar blanco este alimento dista mucho de algo considerado como nutriente. Este proceso hace que el azúcar refinado contenga hasta el 998 por mil de sacarosa. En el proceso de refinamiento se utiliza la lechada de cal para rebajar su acidez y evitar la inversión de la sacarosa, ácido fosfórico y sacarato de calcio para arrastrar las “impurezas del vegetal”. Luego se pasa a unas cisternas de carbón que quitan la mayor parte de las materias colorantes. Dando así como resultado ese color blanco reluciente. (El Arte de Saber Alimentarse de Karmelo Bizcarra).

Cuando ingerimos azúcar refinado (blanco) provocamos una fuerte subida de glucosa en sangre, lo que provoca una importante sobrecarga del páncreas e hígado. Cuando el hígado ya está muy saturado se sobrecarga al páncreas y riñón.

Durante este proceso el páncreas libera gran cantidad de insulina con el fin de disminuir la cantidad de glucosa en sangre. Esto, cronificado en el tiempo, puede derivar en patologías diversas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.

Por su parte, los riñones se encargan de eliminar el exceso de azúcar, y con el tiempo, por un proceso de agotamiento, pueden también derivar en un proceso diabético entre otras patologías.

Por otra parte, la mucosa digestiva no es capaz de hidrolizar (proceso que sufren las sustancias cuando interactúan con el agua) el azúcar, provocando hiperacidez estomacal y deshidratación (ya que extrae agua del organismo), y la consiguiente sobrecarga a nivel hepático, ya que el hígado intenta compensar el trabajo que no pudo hacerse en el tracto digestivo. Esto hace que el excedente de glucosa en sangre se almacene a nivel hepático, en forma de glucógeno y con la consiguiente reacción hiperglucemiante (aumento exagerado de nivel de glucosa en sangre).

Por otro lado, en el intestino gran parte de este azúcar fermenta y se transforma en alcohol cuando las enzimas digestivas no son capaces de digerir y transformar el exceso de azúcar que recibe el intestino delgado, provocando una mayor saturación de hígado y riñón, ambos órganos excretores. La otra parte de este azúcar se absorbe rápidamente en el intestino provocando un aumento exagerado de glucosa en sangre (hiperglucemia).

Esta hiperglucemia conlleva entre otras cosas, a una excitación física y psíquica. Tras la hiperglucemia hay una hipoglucemia reaccional (una bajada brusca de glucosa en sangre), con la consiguiente bajada de energía, de ánimo, etc.

Estos altibajos se conocen como pesas de páncreas, condicionadas por la ingesta habitual de azúcares y harinas refinadas sobre todo, y que desemboca en un círculo vicioso; toma de azúcares de asimilación rápida con la consiguiente excitación física y emocional, seguida de una fuerte bajada de ánimo y fuerza que te lleva a consumir más alimentos de asimilación rápida y/o estimulantes de todo tipo; café, tabaco,…

Todo esto provoca un debilitamiento del sistema, tanto por parte de los órganos excretores (hígado y riñón sobre todo) como por parte del páncreas, glándulas suprarrenales, sistema inmune, etc.

Además, para que nuestro organismo pueda asimilar estos alimentos refinados (carentes de contenido nutritivo tras el proceso de refinamiento) “roba” vitaminas, minerales y otros nutrientes del propio organismo, favoreciendo así la descalcificación y desmineralización ósea, entre otros muchos procesos.

Los edulcorantes artificiales;

El marketing y la publicidad engañosa nos llevan a pensar erróneamente que los productos light y edulcorantes artificiales son más saludables, y sin embargo no es para nada así. Los productos light en este caso, tienen que mantener un nivel de sabor parecido al original, pero con menos calorías. Los edulcorantes artificiales, aspartamo, ciclamato, etc, se sabe que tienen efectos perjudiciales sobre la salud a corto y largo plazo, pudiendo causar importantes daños a nivel cerebral y otros problemas del sistema nervioso.

Los edulcorantes artificiales son auténticos “potenciadores del apetito” y sustancias con mucha carga nociva para la salud. Nos hacen creer que son simples aditivos que nos permiten saciar nuestra ansiedad por el dulce y mantenernos sanos y delgados, pero la realidad dista mucho de esto. Cuanto más los consumes más ganas tienes de consumirlos y más hambre dan. Los edulcorantes artificiales aportan energía “vacía”, es decir son alimentos hipoenergéticos, lo que provoca una estimulación del apetito porque nuestro cuerpo entiende que no ha cubierto sus necesidades energéticas  y envía la señal de que necesita más y tiene más hambre, sobre todo necesidad de alimentos que aporten energía rápida (refinados, café, dulces,…).

Se trata de una práctica conocida por la industria alimenticia y mucho en la fabricación de piensos. Éstos contienen elevadas concentraciones de sacarina para estimular el apetito del ganado con el fin de que coman con más frecuencia y engorden con más rapidez.

El aspartamo es una sustancia artificial basada en metanol, causante de graves defectos congénitos y trastornos del desarrollo, como autismo, déficit de atención, etc. Provoca un agotamiento de los niveles de serotonina en el organismo, favoreciendo problemas de comportamiento y psiquiátricos, puede provocar dolores de cabeza, pérdida de memoria, obesidad, favorece el cáncer de testículo, mamario y cerebral, convulsiones, pérdida de visión, etc.

Tanto la sacarina como el aspartamo se encuentran en productos varios como bebidas, gelatinas, flanes, caramelos, algunas pastas en conservas, zumos de frutas, preparados instantáneos, medicamentos, yogures…y en muchas ocasiones su nombre aparece disfrazado con otro nombre para “engañar” al consumidor.

Algunos países europeos ya han suspendido el uso de edulcorantes artificiales por las contraindicaciones que tienen para nuestra salud.

¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando tomamos edulcorantes en lugar de azúcar?

Cuando ingerimos azúcar éste puede atravesar directamente las paredes del estómago y aparece en el flujo sanguíneo al cabo de 3-5 minutos. Pero el cuerpo tiene sistemas fisiológicos para mantener unos niveles normales de azúcar en sangre, ya que tanto un extremo como el otro son perjudiciales.

Cuando nuestras papilas gustativas detectan el sabor dulces en la lengua, el páncreas recibe la orden de liberar insulina para transportar la glucosa a determinadas células de nuestro cuerpo.

Sin embargo, cuando tomamos edulcorantes el cuerpo responde de la misma manera, y la insulina llega al torrente sanguíneo en busca del azúcar que no llega, ya que el edulcorante es caloría vacía. Para compensar esto el cuerpo extrae de donde puede parte del azúcar, que se une a la insulina y provoca una brusca bajada de azúcar en sangre. Como esta situación es peligrosa para la salud del individuo, el cuerpo automáticamente da la señal de “hambre”, sobre todo de alimentos de índice glucémico elevado, refinados,… y entonces volvemos de nuevo a entrar en el círculo vicioso.

En resumen, intenta en la medida de lo posible no excederte con el dulce, y a poder ser tomar dulce de buena calidad.

Evidentemente en ciertas patologías estaría contraindicado, independientemente que sea un alimento dulce de calidad, como el caso de diabetes, candidiasis, en fases agudas de enfermedades inflamatorias intestinales, etc.

Hoy vamos a ver dos postres sencillos y rápidos de hacer:

MOUSSE DE CHÍA

Ingredientes:

  • Para una taza de leche vegetal se añade 2 cucharadas soperas de semillas de chía
  • 1 cucharada sopera de cacao en polvo
  • 1 cucharada pequeña de panela
  • canela o vainilla opcional u otros condimentos

Elaboración:

  • Es preferible hervir la leche antes de usar, principalmente las leches derivadas de cereales (arroz, avena). Para los intolerantes al gluten utilizar de arroz mejor.
  • Dejar enfriar la leche
  • Añadir en un recipiente con tapa o hermético, una taza de leche junto con las semillas de chía, el cacao en polvo y la panela (los condimentos que se quieran de forma opcional y al gusto)
  • Remover bien y dejar en la nevera toda la noche. Yo lo hago así pero en 2 horas puede estar listo.
  • Durante este tiempo las semillas de Chía liberan una sustancia gelatinosa, haciendo que la mezcla adquiera una textura gelatinosa.
  • Listo para servir, sólo o acompañado !!

BROWNIE «CRUDO»

Ingredientes:

  • 2 tazas de dátiles sin hueso
  • 1 taza de nueces
  • 2 cucharadas de cacao en polvo

Elaboración:

  • En una trituradora añadimos las nueces. Trituramos un momento, sin que llegue a hacerse harina.
  • Añadimos los dátiles (se pueden dejar a remojo previamente para facilitar el proceso) y el cacao. Trituramos hasta crear una mezcla pastosa.
  • Colocamos la mezcla en un molde, consiguiendo una altura de dos dedos más o menos, y esparcimos bien.
  • Dejamos en el congelador durante una hora para que endurezca.
  • Luego lo quitamos del molde y cortamos la medida y forma que queramos.
  • Lo podeis rebozar en cacao puro, semillas, etc.
  • Preparado para servir!!

Para empezar la semana con buen sabor de boca;)