Pasearse con tiempo por los pasillos de un supermercado debería ser una obligación de vez en cuando. Simplemente para curiosear qué es lo que estamos comiendo en realidad. El pararse un momento y ver los ingredientes de algunos de los alimentos que nos llevamos a la boca no es perder el tiempo, si no ganar en salud, y sobre todo cuando hablamos de los más pequeños.
Es tan necesaria esta reflexión como ver que compramos pavo con un 65% o menos de pavo, compramos panes de molde con azúcares añadidos y más de 4 tipos diferentes de aditivos que ni conocemos, nocilla con un 13% de avellanas y 7 % de cacao (dependiendo la marca), etc. El porcentaje restante, ¿qué contiene?. Desde aditivos varios, aceites vegetales (no todo lo saludables que desearíamos), azúcares, espesantes, aglutinantes, etc.
No es necesario ser bioquímico, ni tener conocimientos previos sobre el tema, simplemente utilizar el sentido común; ¿por qué una salsa de tomate tiene que llevar azúcar en la lista de ingredientes?, ¿y el pan?. ¿Qué significan todos esos E-números que muchas veces no se especifican?.
Si teneis especial curiosidad por conocer estos aditivos podeis ojear el libro de; » Los aditivos alimentarios. Pelibro» de Corinne Gouget.
A lo largo de estas hojas se explican qué tipo de aditivos existen y su importancia sobre la salud general.
Para evitar todos estos ingredientes «intrusistas» en nuestros platos, y para que los niños no dejen de disfrutar de vez en cuando con sus meriendas, he hecho dos tipos de «rawcillas» para diferentes gustos.
«Raw» en inglés significa crudo. Y esta receta se llama rawcilla porque es una receta en frío.
Una forma saludable de disfrutar de lo que más te gusta, sin lácteos animales ni gluten. Y además, una forma de introducir a los niños a la educación de la alimentación saludable, haciéndoles partícipes y conocedores de su alimentación.
«RAWCILLA»
Ingredientes
- 100 gr de avellanas crudas (a remojo toda la noche, si no 4 horas es suficiente)
- 25 gr de cacao puro en polvo
- 1 cucharadita de vainilla, o canela (al gusto)
- 50 gr de aceite de coco o manteca de cacao
- 50 gr de panela
- 50 gr de leche de avellanas (de arroz, almendras o avena también probé)
- una pizca de sal marina sin refinar
Elaboración
Se lavan las avellanas y se dejan a remojo en agua. Lo más cómodo es dejarlas toda la noche.
Al día siguiente se escurren y se lavan bien. Este paso, como ya se explicó en alguna otra publicación, es para eliminar los «antinutrientes» que hay en la capa externa de algunas alimentos, y para mejorar la digestibilidad de los mismos.
Se baten las avellanas con el resto de ingredientes menos el aceite de coco. Se derrite el aceite de coco a fuego lento o al baño maría, y se mezcla con el resto de ingredientes.
Se necesita un procesador o batidora con potencia para que quede una textura cremosa.
Si se quiere más o menos espeso se puede «jugar» con las proporciones de los ingredientes; aumentar la bebida de avellanas para que quede más líquido, o reducirla para que quede más espeso.
Otra forma de hacerlo;
Ingredientes
- media taza de avellanas (dejadas a remojo toda la noche)
- 1 cucharada de postre de vainilla en polvo
- 50 gr de bebida vegetal
- 25 gr de cacao en polvo
- 25 gr de aceite de coco
- 3 dátiles sin hueso
Elaboración
Después del remojo de las avellanas, se escurren bien y se añaden junto con el reto de ingredientes en una batidora.
Tiene que ser una buena batidora para conseguir una textura lo más fina posible.
Si hace falta se remueve la mezcla durante el proceso para que quede bien homogénea.
Se rectifica de ingredientes si es necesario, en función de que la queramos más espesa, más líquida, con más sabor a cacao puro, menos dulce, etc.
Lo puedes tomar con crakers, con picos o con tu fruta preferida.
Por supuesto, siempre según individualidad. Si el niño o adulto tiene problemas de migrañas, estreñimiento, dermatitis, colon irritado, gastritis, alteraciones con la glucosa entre otros, esta receta estaría contraindicada.
Enjoy your meal!!!